
A lo largo de sus 25 años de crear cine animado, Pixar se ha caracterizado por dos razones: siempre, en los once filmes estrenados desde 1995 (Toy Story) y 2010 (Toy Story 3), el éxito comercial los ha acompañado; y, casi siempre, el aclamo crítico ha sido indiscutible.
Salvo por Cars. Aunque más lograda, desde una perspectiva argumental, que Monsters, Inc., Cars ha sido sellada como el primer y casi único tropiezo creativo del estudio responsables de maravillas como la trilogía Toy Story, Finding Nemo, Ratatouille, Wall-E o Up.
Lo que no deja de ser injusto, porque siempre se la acusa de carecer de emoción... lo que resulta un error evidente si se le echa una atenta mirada (ver al respecto la maravillosa secuencia en la que los dos protagonistas, Lightning McQueen y su "pareja" Sally recorren los alrededores del pequeño pueblo de Radiator Springs, rememorando que, en ese preciso lugar, cualquier tiempo pasado fue mejor).
De hecho, Cars es una oda a los Estados Unidos que ya no existen, desde una mirada cándida e inocente.
En Cars 2 regresa Lightning McQueen (voz de Owen Wilson), ahora siempre acompañado de la torpe camioneta destartalada Mater (Larry the Cable Guy). Tras ser desafiado por el vehículo italiano Francesco Bernoulli (John Turturro), los dos se embarcan en una aventura internacional por pistas de carreras en Japón, Italia y Gran Bretaña, donde son secundados por un par de espías ingleses —Finn McMissile (Michael Caine) y Holley Shiftwell (Emily Mortimer)— quienes investigan casos de boicot de los productos del magnate Sir Miles Axlerod (Eddie Izzard), quien desea dejar de lado el empleo de la gasolina en favor de un combustible más saludable y económico.
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