Me corroe la envidia que es cosa mala. Lo digo en alto para no provocarme una úlcera sangrante por aguantármelo. Quiero ser así, no lo puedo evitar, es que esta portada de ‘Marie Claire’ es el ejemplo irrefutable de que Emma Watson está cada día más guapa y más dulce.
La hemos visto crecer. Aquella niña resabidilla con el pelo alborotado y las medias de color que se fue haciendo mujer ante nuestros ojos en las pelis de Harry Potter ya está en la Universidad, ya tiene novios y ya es la mejor pagada. Lo que también sorprende es su sensatez y su madurez a la hora de pensar, sobre todo si la comparamos con otras niñas en sus mismas condiciones. Ays, cuánto que aprender Lindsay Lohan y si me apuras Miley Cyrus.
Es feliz con su vida universitaria, anónima, con amigos normales, en la universidad de Brown, yendo y viniendo a clase y siendo una más de tantos otros que pasean por un campus. Allí es simplementeEmma Watson, una estudiante más. Además, se siente así porque la tratan así:
En Brown hay un verdadero sentimiento de comunidad y la gente me proteje mucho. Se preocupan por mí; quieren que me sienta parte de ellos. Por mi 20 cumpleaños di una fiesta en Brown y no tuve que decirle a nadie que no publicara fotos en Facebook. Ni una sóla vió la luz. Ahí me di cuenta que de había encontrado un sólido grupo de amigos, y sentí que pertenecía allí.
El único punto de rebeldía, de romper con ese pasado que todos conocemos ha sido ese fantástico corte de pelo, que ya hay que ser rematadamente guapa para que te quede tan bien. Pero estaréis todos de acuerdo en que esa mirada serena, la sonrisa dulce y esa sensación de falsa fragilidad que transmite la hacen una auténtica muñeca. Os dejo también un vídeo de la sesión de fotos, seguro que después pensáis igual que yo.
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