La promo en sí misma no vale nada, y el argumento, como ya les comentamos en su día, sobre el papel al menos, es un lío montepío. Se lo volvemos a poner aquí.
“Secretos de amor” cuenta la historia de Diana Demare (Soledad Silveyra), una abogada que está a punto de cumplir 30 años de casada con Antonio Fernández Gaudio (Arturo Puig), un exitoso hombre de negocios. Diana ha dedicado todos estos años a su familia resignando su profesión. Antonio ha sido su sostén afectivo y económico. Pero esta situación cambiará cuando Antonio, víctima de la extorsión por la muerte de una mujer, decide retirarse de la empresa que preside.
Diana y Antonio tienen dos hijos: Nacho (Juan Gil Navarro) y Paula (Eliana González). Ignacio, el hijo mayor de la pareja, se entera que su padre va a alejarse del negocio y regresa al país. Nacho es un psiquiatra que ejerce su profesión con una perversión sin límites que lo lleva a hacer experimentos macabros con sus pacientes en busca de la droga que brinde la “perfecta felicidad”. Nacho y Antonio están enfrentados ferozmente por un secreto que ambos comparten y le ocultan a Diana.
A partir de la decisión de Antonio de abandonar la compañía de medicina prepaga, Diana decide reabrir su estudio de abogada. Para trabajar en su bufete, contrata a Manuel (Adrián Navarro), un joven tan brillante como informal y encantador, quien se enamorará de ella y con quien entablará una relación que conjugará la admiración profesional y la atracción.
¿Y qué tiene de especial esta novela? Ya sé que en los últimos tiempos lo único que se me ocurre decir de algunas novelas es que me gustan los actores que las protagonizan, pero es que aquí ya son palabras mayores. Para empezar, en este caso, con independencia de la sinopsis del argumento, que siempre está escrita de forma un poco recargada y fantasiosa, da la impresión de ser una historia de esas de “pasión y poder”, pero para mí el hecho de que haya gente ambiciosa y mala siempre es más creíble que la historia de la huerfanita abandonada en la puerta de un convento, así que como punto de partida, me parece mejor, pero lo mejor de lo mejor, es que salen Juan Gil Navarro (otra vez haciendo de malo, maldita sea, con lo que me gusta a mí este tío), y ya la repera del atractivo, nada más y nada menos que ¡ADRIÁN NAVARRO!, que en “Vidas Robadas” le robaba el cetro al mismísimo Facundo Arana.
El problema con las telenovelas, tengan la pinta que tengan, es que la posibilidad de que alguien la c…., perdón, la estropee a lo largo de la producción, que los personajes se conviertan en tontos del trasero, que la trama se haga absurda, que la alarguen indefinidamente…tienen una relación proporcional con la su duración. En mi vida me he tragado novelas infumables, pero ya no tengo presencia de ánimo para empezar a ver una telenovela con una cierta ilusión y luego ver cómo se la cargan, así que toca esperar a ver qué pasa con esto. Si logra sobrevivir con cierta dignidad, esta novela no me la pierdo cuando se termine.
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